domingo, 26 de junio de 2022

LA CIGARRA DEL OCTAVO DÍA

 


Editorial

Galaxia Gutenberg

Autora

Mitsuko Kakuta 

SINOPSIS

Agarra el pomo de la puerta. Está congelado como un trozo de hielo, una frialdad que parece advertirla de que ya no hay marcha atrás.
Kiwako sabe que los días laborables, a partir de las ocho y diez de la mañana, el apartamento no está cerrado con llave durante unos veinte minutos. No hay nadie. En este intervalo dejan solo al bebé. Sin vacilar gira el pomo.

‘No voy a hacer nada malo. Sólo quiero verlo un momento. Sólo me gustaría ver a su bebé; eso es todo. Después pondré punto y final. Lo olvidaré todo y empezaré una nueva vida.’

Kiwako pasa por encima de los futones para acercarse a la cuna. El bebé llora, mueve los brazos y las piernas. Tiene la cara roja. Kiwako alarga una mano temerosa, como si fuera a tocar un explosivo, y la mete por debajo de su espalda. Lo toma entre sus brazos. El bebé tuerce la boca; a pesar de sus ojos llorosos sonríe. Sí, claramente ha sonreído. Kiwako es incapaz de moverse, está paralizada. El bebé se ríe aún más, empieza a babear, a estirar sus extremidades con golpes secos. Kiwako lo abraza contra su pecho. Acerca la cara a su pelo suave, respira hondo para impregnarse de su olor.

Kiwako murmura como si estuviera hechizada: ‘Te protegeré. Voy a protegerte para siempre’. En sus brazos el bebé juguetea como si la reconociera, como si la consolara y al mismo tiempo la perdonara. Kiwako se ha desabrochado el abrigo para meter dentro el bebé, como si lo envolviera. Después ha empezado a correr a ciegas.
Desde ese día, Kiwako y el bebé robado vivirán una huida sin fin. La lucha desesperada de Kiwako por vivir su maternidad atrapa al lector sin que pueda abandonar la lectura hasta un final que se lee con un nudo en la garganta.

OPINIÓN

Es mi segunda novela Japonesa y las dos me ha tocado bebés ajenos. Espero que cuando lea una tercera no me toque más bebés, sino, me rindo. 

Empezamos la novela con Kiwako, que se adentra en la casa de su ex, porque su mujer lo lleva a trabajar por las mañanas y en ese ratito la puerta queda accesible, y dentro han dejado a su bebé. Total, solo es un ratito. El suficiente para que Kiwako al mirarlo, le crezca en las entrañas un instinto maternal y lo robe.

Lo que observo en estas dos novelas leídas, quizá por casualidad, es que juegan con nuestros sentimientos, nuestra empatía y nuestra ética. ¿Como es posible, que la novela haga al lector empatizar con una delincuente? En todo momento me la he pasado como discutiendo conmigo misma, como si la razón me dijera, que la pillen, que la cojan, y, sin embargo, el corazón me decía, jo, cuanto la quiere, como intenta protegerla, como la cuida, cuantas cosas hace por protegerla. Por esconderla...

Mientras huye, a lo largo de la novela, vamos entendiendo quien es, por qué lo hace, que vínculos tienen, y sobre todo la novela nos muestra una crítica a una sociedad, donde la mujer está como estigmatizada para la maternidad. Donde los hombres son infieles, y van prometiendo a sus amantes que lo dejarán todo por ellas, pero que no es momento de tener hijos. Y mucho más complicado lo tienen a la hora de encontrar trabajo. 

Aparte de todos los planteamientos sociales que aparecen vemos también una cruda realidad, como afecta psicológicamente todos estos acontecimientos, que traumas genera crecer sin identidad, encontrarte tiempo después, con escasos recuerdos y estando en un lugar donde no te sientes parte de él. Sin duda, los personajes están creados con una extremada realidad, y nadaremos entre un millón de sentimientos y planteamientos morales, venganza, envidia, culpa, sumisión o resignación, renuncias, amistad, miedos... 

Como lectora con gusto por los cierres, me ha dejado un poquito seca. Como en mi anterior lectura Japonesa, me he quedado pensando si quería este final o no... aunque deja una especie de escríbelo tú a tu gusto, ja, ja, ja. La verdad es que me pone supernerviosa los finales abiertos, me pasa también en algunas películas que acabas diciendo, ya??? Así termina? Sin embargo, es tan real... tan sumamente sentido, que no podría ser de otro modo.

En definitiva, una buena lectura es esto, que te remueva por dentro, que te haga reflexionar y poner tus ideales en una balanza. Acostumbrados al camino recto, enfrentarse a las curvas. Recomiendo si quieres retar, o provocar a tu moral.


1 comentario:

  1. Interesante propuesta. Tomo nota. Lo japonés me suele dar pereza, pero luego lo disfruto.
    Un beso.

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